Ya hace tiempo que el trabajo creativo y artístico tiene lugar en contextos gestionados por redes formales y, sobretodo, informales. Con el avance de las nuevas tecnologías y el abaratamiento de los costes de desplazamiento, los artistas lo tienen ahora más fácil para intercambiar ideas y experiencias, trabajar juntos y mostrar su trabajo más allá del lugar donde habitualmente viven y trabajan. En este contexto la movilidad artística[1] ha devenido una necesidad para los artistas y los programas de residencias[2] se han convertido en los últimos años en una de las maneras más populares y eficaces para promover esta movilidad. Pero, a parte de facilitar la movilidad artística, ¿cuales son las motivaciones y objetivos de estos programas? ¿qué tipo de producción artística promueven? ¿cómo se sitúan en relación a las instituciones artísticas? ¿y en relación a los propios artistas?
En este artículo abordaremos estas cuestiones desde una perspectiva histórica, con un breve análisis del contexto en el que surgen los diferentes modelos de programas, complementado con algunos ejemplos en el territorio español.
La formación académica y el arte para el rey
El programa de residencias para artistas más antiguo en Europa se remonta probablemente al 1666[3], año en el que se fundó la Academia de Francia en Roma[4] . Su objetivo era alojar temporalmente en la ciudad italiana, a los jóvenes artistas franceses enviados por Luis XIV para copiar esculturas clásicas romanas que serían destinadas, en última instancia, a formar parte de la decoración de los jardines de Versalles.
Además de ser un ejemplo de programa promovido por y para la institución (por la Academia y para el Rey), esta residenciaB constituía un espacioB para la formación oficial complementaria del artista[5], al mismo tiempo que validaba su carrera profesional, al tratarse de una oportunidad accesible solo para algunos artistas seleccionados. Es interesante destacar como estos aspectos de este primer modelo de residencia para artistas nos acompañarán a lo largo de toda la historia de estos programas, unas veces por reafirmación y otras por oposición.
Casa de Velázquez (Madrid)
En España, la Casa de Velázquez (Madrid, 1920) resultó ser en su origen un derivado directo de este modelo. Aunque hoy en día su programa es mucho más amplio e internacional, esta residencia fue fundada con la misión de ofrecer la posibilidad a artistas y científicos franceses de ampliar sus estudios en España y forma parte, junto con la Academia de Francia en Roma, del conjunto de las cinco Escuelas Francesas en el extranjero que se encuentran bajo la tutela del Ministerio de Educación Superior y Investigación francés.
La ruptura con la academia, la naturaleza, el patrocinio y el arte por el arte
Un segundo momento importante en la historia de los programas de residencia para artistas que dará como fruto modelos que se acercan a los programas que ahora conocemos, se da en la mitad del siglo XIX. Es entonces cuando surgen las primeras colonias de artistas con estructuras y finalidades casi totalmente opuestas a las del sistema académico del que hablábamos anteriormente.
Las colonias de artistas no estaban vinculadas a las instituciones artísticas ni tenían la función de validar desde un punto de vista oficial el trabajo de los artistas. Todo lo contrario. Se trataban de iniciativas que solían venir de los propios artistas, muchas veces surgían por afinidades entre ellos y seguían el ideal de romper con la artificialidad del academicismo. Es por ello que las primeras colonias de artistas se establecieron fuera de la ciudad, en contacto directo con la naturaleza[6]. Así mismo, en reacción a la rápida urbanización e industrialización fruto de la II Revolución Industrial, estas colonias se construyeron entorno a un ideal basado en el retorno a la naturaleza y en la fraternidad y la colaboración entre los artistas.
Paradójicamente, algunos de los individuos que se enriquecieron gracias a la industrialización y que tenían afinidades artísticas se convirtieron más tarde en patrones de nuevas colonias de iniciativa privada, ofreciendo a los artistas invitados el contexto y el apoyo necesario para trabajar sin interrupciones. Uno de los ejemplos más representativos y pioneros es The Yaddo Coorporation fundada en 1900 en Estados Unidos por la pareja de adinerados Spencer y Katrina Trask, esta última poeta.
Fundación Valparaíso (Mojácar)
Un derivado directo de este modelo en España es la Fundación Valparaíso (Mojácar, 1989). Fundada por el artista danés Paul Beckett, fascinado en su día por la idea romántica de España y su transición política, esta residencia ofrece a todos los artistas que aloja una beca que cubre sus costes de alojamiento, taller y manutención.
Las colonias artísticas urbanas, los nuevos espacios de interacción y el arte social
Ya en el s.XX surgieron las primeras colonias artísticas en núcleos urbanos y a mitad de los años 60 el clima político y cultural mundial y la nueva dirección que tomó el arte contemporáneo con la emergencia del arte procesual y conceptual, hicieron surgir nuevos modelos de residencia que se añadieron a los que ya existían.
Durante aquellos años, numerosos talleres de artistas en pueblos y ciudades sirvieron como base para cambios políticos y sociales[7]: las residencias habían dejado de ser sólo lugares donde el artista se trasladaba para aislarse y trabajar en un mundo propio.
Al mismo tiempo, la creciente importancia del proceso de creación y de la idea detrás de la obra por encima del objeto artístico en sí, hizo que se viera necesaria la creación de nuevos espacios de comunicación entre el artista y su audiencia. Así, numerosas residencias comenzaron a abrir los talleres de sus artistas al público, pudiéndose considerar éste un momento embrionario del concepto de residencia artística como espacio de mediación con los públicos, lo que desembocó en años posteriores en programas y proyectos más complejos y con una fuerte vinculación con su entorno social y artístico. Muchos de estos programas ofrecerán a su vez, un espacio alternativo de experiencia y conocimiento de las artes.
Taller Pubilla Casas b TPK (L'Hospitalet de Llobregat, Barcelona)
En esta línea tenemos en territorio español, el proyecto Taller Pubilla Casas - TPK, en L'Hospitalet de Llobregat (Barcelona) fundado en 1977 como un grupo mixto de profesores y alumnos desde el que se proponía el trabajo colectivo como método de creación artística e investigación pedagógica. El TPK pronto se arraigó en su entorno social gracias a sus colaboraciones con escuelas, entidades públicas y privadas y su función en el ámbito de la formación artística. En la actualidad, se define como espacio experimental de producción y difusión del arte contemporáneo con un programa de cesión de 12 talleres de trabajo.
Los nuevos contextos para la producción, los circuitos alternativos de difusión, el apoyo público y... la movilidad
A raíz de la extensión de las prácticas artísticas experimentales, procesuales, interdisciplinares y con un fuerte grado de interacción social,B el s. XXI arrancó con una proliferación mundial de nuevos programas y modelos de residencias para artistas que ofrecían, además de un espacio de trabajo, contextos favorables para la experimentación, producción y el intercambio de conocimiento. Por otro lado, el avance de las nuevas tecnologías y el abaratamiento de los costes de desplazamiento favorecieron la creación de programas que acabaron convirtiéndose en piezas indispensables para la conexión de las escenas artísticas locales con el mundo global del arte.
Así mismo, más allá de apoyar la producción artística, algunas residencias empezaron a generar y a formar parte del engranaje de nuevos circuitos de difusión, promoviendo la producción de artistas profesionales que trabajan bajo formatos expositivos no convencionales y cuya obra tiene difícil cabida tanto en las galerías como en la instituciones museísticas. Aquí, el acceso a la movilidad vuelve a jugar un papel importante, favoreciendo que algunos circuitos internacionales de residencias acaben convirtiéndose en el modo de subsistencia de muchos de estos artistas.
Pero ¿serán entonces las residencias siempre una alternativa a la institución? No.
De hecho, fenómenos, entre otros, como la instrumentalización del arte y de los artistas para llevar a cabo procesos de gentrificación, la recuperación de patrimonio mediante su reutilización con fines artísticos y culturales, y la propagación de la idea del arte como catalizador entre lo local y lo global y como herramienta para la mediación y el cambio social, favorecieron que las instituciones públicas vieran interesante incluir en sus agendas la creación de programas de residencias para artistas.
Can Xalant (Mataró)
En Cataluña, Can Xalant (Mataró, 2005 - 2012) es un ejemplo significativo en este sentido. Este residencia y centro de producción artística que cerró a finales del 2012 por un giro económico y sobretodo político, fue una iniciativa pública de la primera década del 2000, fruto de un convenio entre la Generalitat de Catalunya y el Ayuntamiento de Mataró, localidad donde se encuentra el centro.
Siguiendo en Cataluña, es interesante destacar para el tema que nos ocupa en este artículo, como en el cambio de siglo, en cierto momento aquí se apoyó desde lo público a iniciativas privadas de programas de residencias para artistas. Esto, además de contribuir a un equilibrio territorial, favoreció el diálogo y el equilibrio profesional entre los circuitos artísticos institucionales y alternativos.
Del centro a la periferia y viceversa
Y aterrizando ahora en el presente y centrandonos en España: ¿en qué punto nos encontramos?
Rural C (diferentes localidades de España)
El giro económico y político actual está llevando a la polarización de los modelos de gestión de las residencias y por lo tanto también a la polarización de los circuitos de producción y exhibición de las que ellas son parte del engranaje. Las instituciones culturales públicas y de la grandes corporaciones[8] que ofrecen estos programas son las que más recursos cuentan, ya de entrada, para atraer el capital privado que, al parecer, es el que tendrá que sufraguar a partir de ahora casi toda la cultura y casi todo el arte. En el otro extremo, están apareciendo nuevas residencias autogestionadas[9] que vuelven a colocar a los colectivos artísticos, a sus relaciones y afinidades en el centro de la gestión de estos programas. Pero ¿qué pasará entonces con el modelo de residencia independiente a medio camino entre estos dos modelos? y ¿cómo afectará esto a la nueva producción artística?.
Marta Gracia es fundadora de la plataforma de información e investigación sobre residencias artísticas en España Art Motile (www.artmotile.org).